¿Hay esperanza?

06/03/2015

Han pasado 24 horas desde la locura de Khimera, nueva novela de César Pérez Gellida, como trending topic y toca hacer una pequeña reflexión a propósito de dos de los mensajes que invadieron el timeline de muchos usuarios de Twitter, para cabreo de hermanas no fans del autor vallisoletano.

Para quienes no sepan qué es lo que pasó con exactitud, un pequeño resumen de los hechos. Ayer, cinco de marzo, salía a la venta Khimera, la cuarta novela del escritor vallisoletano César Pérez Gellida. Para celebrar el lanzamiento, se organizó un concurso en Twitter, bajo los auspicios del mismísimo Dios Tuitero. Para ganar uno de los tres ejemplares de la novela, había que escribir un tweet (me gusta más esta forma de escribirlo que tuit, lo siento, soy fan de las palabras con w) haciendo una predicción de cómo será la España de 2054, año en el que está ambientada Khimera, añadiendo la dirección de Twitter de César y el hashtag (o etiqueta) #Khimera. En mitad del maremágnum de mensajes y risas, Dios Tuitero informó de que #Khimera era trending topic (tendencia) mundial.

¡Palabra del Señor!

Pero sobre todo me interesa hablar de la conversación entre Érika Lopategui, personaje salido de las páginas de la trilogía de César “Versos, canciones y trocitos de carne”, y que ahora cobra vida en Twitter, y el escritor Lorenzo Silva, en la que un servidor intervino de forma desafortunada por no explicarse como debía. Silva enlazaba la desalentadora noticia de que en España cierran dos librerías al día. Érika replicaba que #Khimera había alcanzado el puesto número uno en la lista de trending topics en España, y que tal vez haya alguna esperanza para España.

¿Habrá esperanza o no?

Es esta frase, que tal vez todavía haya esperanza para España, la que me gustaría analizar en detalle. Tal vez alguna de las cosas que diga me hagan parecer un aguafiestas, pero creo que es necesario hacerlo.

Vayamos por partes. Lo primero de todo es incuestionable. Por pequeño que sea el logro, hay que congratularse por lo conseguido. Rara vez un libro consigue colarse en la lista de temas más comentados a nivel mundial. La alegría ha de ser doble, pues el primer puesto lo ocupaba #WorldBookDay, celebración del día del libro en el Reino Unido e Irlanda, y en la que muchos niños se disfrazaron como los personajes de sus libros favoritos. En este momento hay que traer a colación la encuesta del CIS que revelaba que un 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca. (Nota: no pongo enlace por si luego quieren cobrarme por ello) Por un lado dicha noticia da más valor a lo conseguido por los seguidores de César, por otro, hay que pensar que, con bastante probabilidad, la mayoría de los que participamos en el concurso de ayer formamos parte del 29,3% que afirma leer todos o casi todos los días. La pregunta es ¿cómo conseguir que ese 35% pase a ser parte del 65% que lee una vez al trimestre y, a partir de ahí, engrose el porcentaje de los que leemos todos o casi todos los días?

No es mala iniciativa la de ayer. Como suele decir mi madre: “Al ¡toma!, todo el mundo asoma”. Si te regalan un libro, bienvenido sea. La cuestión es si luego ese libro se lee y, una vez leído, entran ganas de leer más. Me pregunto si Khimera es un buen libro para conseguir un nuevo aficionado a la lectura. Por lo que cuenta quien ya lo ha leído, las primeras páginas sirven como presentación del mundo que imagina el autor en ese futuro remoto, pero reconocible. La acción en sí tarda en llegar, por lo que puede que el lector no habitual pierda el interés al ver que pasan las páginas y la trama no avanza. Servidor ha leído el adelanto que Suma de Letras puso a disposición de todo el mundo (el libro no me llega hasta mediados de mes) y ha quedado encantado, pero entiendo que, a pesar de la acción de algunas escenas y de las excelentes pinceladas que se nos van dando sobre algunos personajes, haya algunos que se aburran con la narración que explica, desde el punto de vista histórico, cómo se llega a la situación en la que se encuentra el mundo en 2054. Se corre el riesgo de que haya quien se desanime antes de la segunda parte, que cuentan los que la han leído que es un thriller al más puro estilo del autor. Una pena que pueda haber quien no le dé una oportunidad a Khimera por culpa de la primera parte, pues César domina el thriller como pocos.

Sin embargo, la resolución del Tribunal de Justicia de la UE de no aplicar un IVA reducido a los libros ha supuesto un duro golpe para el fomento de la lectura. Basándose en un tecnicismo (el IVA reducido sólo se aplica al libro distribuido en soporte físico, y aunque admite que el libro electrónico necesita un soporte físico, “dicho soporte no está incluido en la distribución de libros electrónicos), la UE impide que los países miembros puedan aplicar un porcentaje de IVA menor al 5%, como se venía haciendo en Francia y Luxemburgo. Así, en España se seguirá aplicando el 21% en vez del 4%, por lo que las editoriales no podrán ofrecer un precio más atractivo a sus libros digitales. Por ejemplo, en Editorial Sé Leer, todos los ebooks cuestan 2.70 euros, de los cuales 0.567 euros (cincuenta y siete céntimos, redondeando al alza) van a las arcas del Estado, una vez se aplica el 21% de IVA. Si dicho porcentaje fuera el 4%, la cantidad que se pagaría como impuesto sería 0.108 (once céntimos). Esos 46 céntimos de diferencia podrían suponer que la editorial pudiese rebajar el precio de los libros electrónicos a 2.25 euros, una cifra aún más atractiva para el lector, o mantener el precio actual y proporcionar más beneficio a autor y editorial. Una bajada del precio del libro electrónico siempre es un incentivo para el consumidor. Quién sabe si quien no lee nunca se anime a hacerlo al percibir una bajada de precio significativa. Pero esa posibilidad queda cerrada por culpa de esta sentencia.

Hablando del tema, me viene a la memoria la pregunta que le hice (esta vez con más acierto que ayer) hace un par de años a Lorenzo Silva sobre el precio de los libros en formato físico. Yo quería saber si una bajada en el precio del libro ayudaría a la hora de que se recuperase el sector. Don Lorenzo me contestó que a él, como editor, le encantaría poder hacer liquidación de libros a los pocos meses de haberlos editado, pero por ley no puede. Se me escapa ahora el por qué, tenía que ver con cuestiones de almacenamiento, si no recuerdo mal. La cuestión es que pocas veces se ven bajadas de precios en los libros, excepto cuando se editan en bolsillo. Y un descuento significativo siempre produce un efecto llamada. ¿Sirve esto por sí mismo para atraer al lector no habitual? No necesariamente, pero siempre ayuda. Aquí en Irlanda veo más a menudo ese tipo de liquidaciones. Puede que se deba a que no haya ley de precio fijo, pero me faltan datos en ese aspecto como para lanzar una conclusión tajante.

Vistos los puntos anteriores, y mientras llega el Plan Integral de Fomento del Libro y de la Lectura, (si es que llega en este año electoral, dada la poca simpatía del partido en el gobierno por la Cultura y con otros frentes más urgentes donde pelear) hay que preguntarse si lo conseguido ayer al colocar #Khimera como quinto trending topic mundial nos da esperanza para el futuro del país o se queda en mera anécdota. La única respuesta válida que se me ocurre es que no hay manera de saberlo. Siempre es un indicador positivo, pero hay que seguir trabajando en la dirección adecuada. Si consiguiéramos trasladar todo el entusiasmo por los libros (o al menos por uno) a quien no lee nunca o lo hace poco, tendríamos una parte del camino ganada. Aunque a veces creo que nuestro entusiasmo desbordante aleja a algunos más que los acerca. Da igual, hay que seguir en la brecha sin desfallecer, de lo contrario estamos perdidos. Por mucho que sea una batalla cuesta arriba en las rampas del Mortirolo o el Angliru, si nos rendimos no habrá esperanza ninguna.

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