Productos culturales

08/08/2023

A propósito de un tema que nada tiene que ver (sobre el seleccionador de fútbol masculino), el comentarista de Eurosport Sergio Manuel Gutiérrez dice que vivimos en un «planeta global pero de productos culturales casi individualizados». (Enlace): reflexión con la que estoy de acuerdo y a la que volveré más adelante, pues la idea de este texto se basa en una observación que vengo haciendo desde hace un tiempo y que no estoy seguro de si es algo real o un sesgo personal que no se sostiene a través de la evidencia.

No es nada nuevo el hecho de que haya fenómenos artísticos masivos, que parecen dominar el panorama cultural de forma avasalladora. Lo que sucede es que en los últimos tiempos tengo la impresión, que no la certeza, de que hay una serie de productos culturales que tanto seguidores como medios intentan de forma machacona que consumas aunque no sean de tu interés. La supuesta calidad indiscutible de los mismos ha de superar la frontera de los gustos e intereses de cada cual, como si existiese la obligatoriedad de verlos, escucharlos o leerlos a riesgo de convertirte en un hater o alguien fuera de onda. En mi caso concreto, este fenómeno lo he observado con Avengers: Endgame, El Madrileño de C. Tangana, BTS en general, el Motomami de Rosalía, las colaboraciones de Bzrrap y recientemente con la película de Barbie. Son películas y discos que en ningún momento me llaman la atención como para dedicarles un rato de mi vida a degustarlos al completo para poder hacer una crítica, favorable o desfavorable, construida. De los mencionados, Avengers: Endgame la vi «resumida así nomás»: el canal de YouTube Te lo resumo así nomás se dedica a desmenuzar películas y series de forma breve y divertida, así como al análisis de la evolución de géneros cinematográficos o hacer biografías de actores y directores. De las tres horas que dura esta entrega de Avengers vi dieciocho minutos de resumen. Si este canal hace lo mismo con Barbie, lo veré. De los otros sólo escuché un breve fragmento de C. Tangana y no me impresionó: la rumba que se marcaba la podría haber firmado el mismo Peret sin problema.

El resumen de Avengers:Endgame

Aparte de esta impresión, otra que tengo relacionada con eso es que da la sensación (que no certeza, así que puedo estar equivocado) de que no sólo no puedes criticar el producto cultural que quieren venderte a toda costa, sino que ni siquiera puedes decir que no te interesa. Ya no es cuestión de criticar sin conocer, también es que simplemente optar por dejar de lado un producto que no te llama la atención está mal visto, siendo esta opción percibida como de gente cerrada y más cabezota que cerril, aunque también tengo esa percepción de esto último. La defensa a través del argumento que cita Sergio Manuel Gutiérrez no parece ser válida, aunque se esté de acuerdo con ella. Por mucho que uno tenga productos hechos a su medida, y que dentro de éstos tenga que hacer selección porque el tiempo no alcanza para leer, ver y escuchar todo lo que a cada cual le gustaría, dejar fuera estos productos de consumo casi obligatorio se percibe de forma negativa entre los adeptos más acérrimos. Y es algo que me chirría tanto como el de la crítica sin conocimiento.

Todo esto no son más que conjeturas: puede que mi percepción esté distorsionada por prejuicios propios, como mi poca afición al cine de superhéroes, o a música como el pop o el reggaeton, en vez de ser algo objetivo. Por eso más que una conclusión lo que planteo son preguntas al respecto, porque no tengo claro que mi criterio sea correcto o extrapolable a otros fenómenos distintos a los citados. Quizá lo que a mí me parece una murga insoportable en cuanto a la difusión de esos productos (no discuto la calidad, porque no tengo herramientas para ello, sino a una posible sobreexposición de los mismos), no sea sino la cantidad justa que dichos productos merece. Y puede que mi percepción sobre ser criticado por no consumir deliberadamente aquello que no me interesa sea una apreciación sin fundamento. De ahí la necesidad de este artículo: salir de dudas sobre estas cuestiones confrontándolas con otras ideas, visiones y percepciones. O quizá no, dada la posible variedad de las mismas. En cualquier caso, merece la pena intentarlo.

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