Escribir como Gustems

30/03/2015

[Nota del autor: esta columna se publica originalmente en la revista The Zone, parte del juego online managerzone. Nacho y Jaime son dos usuarios del mismo, encargados de dirigir la revista en el momento en que me uní a ella (Nacho) y regresé (Jaime)]

Ha pasado un tiempo desde la última vez que publiqué una columna en el The Zone, debido básicamente a que me he mudado de país y había cosas más importantes a las que atender. También tenía dudas sobre lo que estaba escribiendo. Este tiempo de espera ha servido para intentar orientar mejor el estilo de columnas que pretendo hacer.

Para quien no lo recuerde, he de decir que la columna de deportes es un pequeño apaño con el fin de poder participar en la revista. Por cuestiones del juego no se puede hablar de política o religión, y ambas están lo bastante candentes como para dar bastante juego. Así que cuando Nacho me propuso hacer una columna deportiva a mi estilo no lo dudé. El resultado ha sido bastante irregular. Pretendía darle un toque divertido y alocado, lejos de la habitual seriedad de otras intentonas. Pero en muchas ocasiones acababa recopilando los resultados de la semana sin apenas añadir nada comentado hasta la saciedad.

Resulta que no soy al único al que le pasa. A principios de mes volvía a escribir Pol Gustems en Diarios de Fútbol. Llevaba sin hacerlo desde octubre. Él vive en Manchester, por lo que es normal que el jefe del blog, Borja Barba, le pidiera un artículo sobre Falcao. Pol escribía una frase con la que me sentí identificado:

Empecé el encargo de Borja con disciplina, recogí estadísticas del colombiano con esmero, escribí unas tres o cuatro líneas incluso, pero acabé eliminando el texto. Ni valía nada, ni aportaba algo de luz sobre el caso Falcao, ni iba más allá que haberlo visto, como el resto de vosotros, débil en el choque, lento por lo general, cauteloso por su lesión y escaso de puntería.

Aquí es donde viene la genialidad del texto de Gustems. Cuando no parecía tener nada, un ejemplo extraído de un libro llamado El principio de Peter le solucionaba la papeleta. La historia del señor Diestro, el mecánico, ilustra en parte la situación del delantero colombiano. Pero lo mejor de todo fue la frase lapidaria del final, de la que me estuve acordando mientras veía el Arsenal-Manchester en un pub, algo que no había planeado:

En cualquier caso, tres goles del Tigre al Arsenal este lunes y esta ciencia quedará en el olvido.

Si no recuerdo mal, el Tigre no jugó ni un solo minuto ese día en el que Welbeck, a quien Louis van Gaal descartó a principios de temporada, dejó a su exequipo sin la posibilidad de ganar la FA Cup. Pero la frase sigue resumiendo la realidad futbolística sin necesidad de matices: podemos especular cuanto queramos, que en cualquier momento un jugador, un partido, incluso un instante mandará todas nuestras elucubraciones al garete.

Lo crucial aquí no es la mala (casi inexistente) temporada de Radamel Falcao, sino lo que supuso para mí leer el artículo. Lo tengo claro: quiero escribir como Pol Gustems. Huir del análisis que no aporta, encontrar la metáfora perfecta, no estar sometido a la presión del análisis diario del pre-partido, el partido y el post-partido. Fijarme en un detalle y hacer de él la tesis de un artículo. No repetir un resultado y añadir comentarios que cualquiera que haya visto el partido reflejará con exactitud. Estar pendiente de la actualidad, pero al ritmo que uno marca, no al que le imponen. Y que si a uno no le apetece escribir sobre el Clásico, pues no escribe y punto. El agradecimiento que le hice a Borja y Pol en Twitter es doble, tanto por el artículo en sí como por la inspiración prestada.

El objetivo está claro, pero no exento de problemas. El más importante es que el nuevo jefe, Jaime, alias rivera1988, no va a darme la libertad que Borja le da a Pol, por mucho que crea que yo soy un Romario de las letras. Aquí toca ponerse el mono de trabajo todas las semanas o se deja de formar parte de la plantilla. Tendré que inspirarme en Juan Tallón a la hora de combinar regularidad semanal y excelencia. Lo segundo va a ser la inspiración, que en mi caso va y viene. Hay alguna idea por ahí flotando para subsiguientes entregas. Después, el vacío. Nada nuevo, sin embargo, siempre es inquietante para el autor. Finalmente está la eterna duda de si alguien lee lo que uno escribe y si le interesa. Recibir comentarios de los lectores acaricia el ego que todo escritor tiene, por mucho que uno intente disimularlo. También puede ser una forma de conocer errores y aciertos. Durante estos meses apenas he recibido comentarios, más allá de los de Nacho. Saber si hay alguien interesado en estos artículos da un motivo para seguir en la brecha. Si no, uno ha de buscarse otros pastos. Lo cual es una pena, porque me gusta escribir aquí. La palabra final la tienen la audiencia y el jefe. A ella me remito.

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